viernes, 5 de noviembre de 2010

ESTA VEZ NO HUBO LIO




Ninguna polémica. Nada de líos, ni de devolver la medalla. Aquí no se ha alzado ninguna voz. Nadie se ha quejado de si se es merecedor o no de esta noble distinción. Que como el bien dijo cuando la recibió: ¨el mérito reside en que el jurado que lo otorga proviene fuera del círculo taurino¨.
Luís Francisco Esplá, nace en Alicante el 19 de Junio de 1958. Se doctora en tauromaquia en Zaragoza, actuando como padrino Paco Camino y de testigo El Niño de la Capea. Confirma en Madrid de manos de Curro Romero.

LA CORRIDA DEL SIGLO.- 1 de Junio de 1982, vigésima de abono. Toros de Victorino Martin. El cartel: Ruiz Miguel, Esplá y José Luis Palomar.
Las crónicas del día cuentan que los Victorino fueron más Victorino que nunca. Con lo que ello implica, auténticos tejones delante de la muleta, fuente de bravura aunque tobilleros, y con medio y metro de cuna. Haciéndoles pasar las de Caín a los actuantes. Pobretón, Playero, Mosquetero, Director, Gastoso y Carcelero. El ganadero a hombros junto con los tres matadores. En el quinto acompaño a Esplá en la vuelta al ruedo. Donde se encumbro al que llaman mejor ganadero de la historia. TVE en anuncios del mundial y con el objetivo de promocionar España incluyo un quite por faroles y un par de banderillas de Esplá de aquella mítica tarde.
La Selección Española de Fútbol estaba concentrada y aprovechando la visita del ministro de turno le pidieron que se volviera a emitir por televisión ya que ellos no pudieron verla.
Volviendo al protagonista que hoy nos ocupa, aquella tarde las musas, o el duende o el soplo (como lo llama Rafael de Paula) o lo que quiera Dios que sea le embriagaron de un arte sin igual, de un empaque y de un barroquismo que llevo el delirio a los tendidos. Un tendido de Madrid, que supo verlo, supo esperarlo, supo hacerlo suyo.
Como aquella tarde del 2000, por temas de la Hispanidad me encontraba por Madrid y aproveche la coyuntura. No había tenido suerte en su lote. El sexto de la tarde hiere al matador que ahora no recuerdo. Le arranco las dos orejas y la gente como loca…
En el día de su despedida de Las Ventas se le otorgaron una oreja de cada toro, y ovacionado salió a hombros en una tarde en la que Madrid sintió que algo suyo se iba para no volver.
Benefactor de la pureza, fiel testigo del clasicismo y la estética. Ejemplo para generaciones venideras.